
“Mi nombre es Yarelis González y establecí
mi negocio, Esencia de Patria,
en el pueblo de Toa Alta.”
Vía Empresarial
Empresaria: Yarelis González
Empresa: Esencia de Patria
Nada como los remedios de abuelita…
Recuerdo ver a mi abuela preparar un remedio para cualquier dolama. Desde pequeña aprendí de ella sobre las infusiones de antaño, mientras experimentaba con productos de la cocina como la borra del café, el azúcar y la sal para crear exfoliantes y lociones para hacer mi propio spa casero. A los 18 años comencé a trabajar en una compañía. Tenía un bebé de 8 meses y necesitaba generar ingresos. Por cinco años todo fluyó bastante bien, era una buena empresa. Sin embargo, a los 23 años tuve un accidente que desencadenó en fibromialgia y otras condiciones que limitaron en ese momento mis capacidades casi por completo, incluso mi salud emocional se afectó.
Mis problemas de salud se combinaron con un divorcio en el año 2013. Como parte de mi proceso de recuperación mi terapeuta me recomendó tomar talleres que me ayudaran a despejar la mente y aprender nuevas destrezas. Ahí es cuando decido adentrarme en la industria de los jabones y la cosmética natural. Ante la necesidad de volver a generar ingresos, comencé a vender mis productos a familiares, amigos y en un colmado de un amigo en Guaynabo, que me brindó el espacio para poner mis canastas surtidas, en ese entonces sólo de jabones.
“Parece un mensaje trillado, pero es cierto: SÍ SE PUEDE.”
Encontrando los ingredientes esenciales para el éxito
Un año después, en 2014 me mudé a Toa Alta y fue cuando comencé a tocar base y a darle forma a mi negocio. Me donaron una carpa y monté una mesa con mis jabones y otros productos que fui incorporando como lociones, perfumes en aceite y difusores de olor. Poco a poco fui haciendo capital para reinvertir.
Así fue como nació Esencia de Patria, desde la inspiración por la naturaleza, los remedios de mi abuela y las esencias que vienen de otras patrias del mundo. Gracias al apoyo de nuevos clientes que surgieron en esos años, de grandes amigos y de quién hoy en día es mi compañero; pude seguir produciendo y vendiendo en mi área establecida en Toa Alta con mi mesa y mi carpa aun después de que el huracán María azotara en Puerto Rico en 2017.
A inicios del 2018 una amiga, que también es dueña de su propio negocio, vio el anuncio de reclutamiento de la Fundación Sila M. Calderón y me motivó a solicitar para el Programa de Desarrollo Empresarial de la Mujer. Así es que tanto ella como yo entramos en la clase de febrero 2018.


La Fundación es mi catapulta
Al recibir tantos recursos, educación e información se abrió ante mí un mundo de oportunidades, posibilidades, ideas y creatividad que no había imaginado antes. Nos enseñaron a cumplir con nuestras responsabilidades legales y contributivas para estar en ley y orden, pero lo más nítido del Centro es su personal, el apoyo técnico y emocional que nos dan para afrontar los retos que lleva emprender. Se vuelven casi indispensable en nuestras carreras como empresarias y se convierten en nuestra familia. Los bazares que han desarrollado para que podamos exponer nuestros productos me han ayudado grandemente a generar más ingresos para cubrir mis necesidades, las de mi hijo y poder seguir expandiendo mi negocio.
Gracias a este apoyo pude crear una tienda online, que se mantuvo en pie y generando ingresos durante la pandemia. Además, hoy día estoy trabajando para establecer mi local en el pueblo de Toa Alta, el municipio que me adoptó y vio crecer mi marca. No dejo de sentirme orgullosa de lo que he logrado tanto física, emocional, espiritual y profesionalmente. Parece un mensaje trillado, pero es cierto: SÍ SE PUEDE.
